miércoles, 26 de mayo de 2010

MERCADO Y CAMPESINO

Retomando el tema del desarrollo del mercado en el campo, es preciso preguntarse si la historia campesina demuestra efectivamente una aversión campesina al mercado y si las privatizaciones de tierras han sido totalmente ajenas a la vida comunal.
La investigación económica y antropológica sobre las comunidades campesinas andinas ha mostrado que los comuneros han sido particularmente dinámicos en sus relaciones con el mercado, particularmente en las últimas décadas del siglo XX, incluso en el contexto histórico en donde compartían el espacio agrario con las haciendas hasta antes de la Reforma Agraria.
Las comunidades a lo largo del siglo XX han desarrollado diversas oleadas privatizadoras de sus tierras comunales, no en base al impulso estatal, sino por su propia cuenta y como consecuencia de factores económicos, culturales, sociales y tecnológicos que han afectado a la comunidad campesina. En principio es posible entender a la comunidad campesina como un complejo que comprende varios espacios o círculos concéntricos en la organización de su territorio. Uno externo y alejado de los poblados de propiedad comunal, generalmente de pastos naturales y de otorgamiento periódico para el uso familiar. Un segundo intermedio que generalmente corresponde a las tierras de secano y en donde funciona lo que Cotlear denomina "descanso regulado comunalmente" y ahí existe un régimen de propiedad combinado que incluye el derecho de la comunidad para determinar los turnos (moyas, laymis, suertes, suyos, etc.) y en donde las familias pueden desarrollar anualmente y en forma temporal sus cultivos. Y un tercero y último círculo, interno, que es el que rodea cercanamente al pueblo que generalmente incluye parcelas con riego, contiene cultivos permanentes y se halla privatizado entre las familias comuneras de una manera prácticamente definitiva, pudiendo incluso ser heredada la propiedad sobre la parcela, con la restricción de que dicha trasmisión sólo puede darse entre los miembros de la comunidad.
Es posible comprender los procesos de privatización y por consiguiente la oscilación de la vigencia de la organización comunal en función de diversos factores. Las comunidades campesinas en el presente siglo han desarrollado sus procesos privatizadores como respuesta a presiones demográficas que arrojaban un cuadro de escasez de tierras. Igualmente la difusión tecnológica moderna, eficaz sobre todo en las tierras de regadío, que requiere de insumos que suponen inversión en capital con rendimientos diferidos mas factibles de afrontar por familias individuales ha sido otro elemento que ha impulsado el debilitamiento del vínculo comunal, Cambios culturales provenientes de la influencia y difusión de la educación occidental han generalizado valores de "progreso" y las posibilidades y/o necesidades de comercialización de los productos campesinos también han influido en las corrientes privatizadoras.
Asimismo al interior de las unidades campesinas se desarrolla un espacio comunal que más que reproducir un simple universo igualitario, suministra un contexto en donde pueden jugar tanto cooperación como conflicto y en donde existen desigualdades en la distribución de los recursos que precisamente permiten situaciones asimétricas en provecho de los campesinos ricos, lo que ha sido denominado por algunos estudioso "explotación calculada". Las comunidades campesinas no son exclusivamente espacios de economía natural y de producción de valores de uso sino que ésta última faceta resulta siendo la precondición para la participación económica del campesino en el mercado. Es precisamente lo que Golte y De la Cadena han denominado "codeterminación del espacio andino".
Las comunidades campesinas han sido particularmente dinámicas en la defensa de su territorio, han cumplido un papel importante en la modernización de la sierra (carreteras, escuelas, salud) y, particularmente, son actoras de un mercado de tierras no registrado e informal (herencias, transacciones, privatizaciones de la posesión de tierras de regadío, etc.) que incluye tanto procesos de concentración como sobre todo de minifundización de la propiedad agrícola.
Modernamente es posible distinguir la unidad económica campesina teniendo como núcleo la unidad económica familiar ampliada la que no es necesariamente coincidente con el espacio comunal sino mas bien, siendo mas extensa que éste en los objetivos y ámbitos en los que actúa, se apoya en dicho espacio y organiza una compleja red de transacciones mercantiles y no mercantiles, de competencia y de cooperación y que, como consecuencia del fenómeno migracional, incluye frecuentemente la interrelación de las actividades realizadas en el ámbito rural con las que los representantes de la unidad familiar efectúan en la urbe.
En ese contexto, la liberalización de las tierras comunales que se desprende de los cambios jurídicos recientes sobre el régimen de tierras comunales no resulta necesariamente un fenómeno totalmente extraño a la dinámica económica comunal real, de acuerdo a la evolución concreta de las comunidades peruanas. Particularmente por que el anterior régimen de protección estatal de las tierras comunales ha sido mas formal que real hasta el punto que no impidió que durante el siglo XX la propiedad latifundaria creciera a expensas de las comunidades, ni tampoco fue la garantía que amparó los procesos de recuperación de tierras generados a partir de los años cincuenta y sustentados más bien en la movilización campesina y no en la protección jurídica del Estado.
Desde el punto de vista estrictamente económico, si bien no es posible establecer reglas generales sobre la eficiencia del libre mercado de tierras frente a los sistemas asociativos de tenencia, o viceversa, -por la pluralidad de situaciones económicas y ecológicas en el contexto andino, entre otros factores- es necesario anotar algunas características en apoyo de las ventajas del régimen comunal:
a) el sistema comunal es un aparato institucional, un conjunto de relaciones sociales, de costumbres productivas, de obligaciones y derechos preferenciales y pautados. Con ello se pueden asumir costos productivos agrícolas que con un régimen privado y libre y exclusivamente en base a las reglas del mercado serían muy altos para el productor agrícola considerado como propietario individual. En general en la agricultura, pero particularmente en el medio andino con sus altas variabilidades respecto a clima, temperatura, altitud, relieve, disponibilidad hídrica, calidad de suelos, entre otros factores, es altamente difícil la habilitación de tierras, el mantenimiento de canales de riego, el control del ganado, el cultivo de laderas, la previsión o respuesta a desastres naturales, el almacenamiento de productos, etc.). Precisamente la respuesta campesina al "reto del espacio andino" culturalmente fue la instauración de una economía altamente intensiva en el uso de mano de obra, la construcción de obras de infraestructura agraria de alcance regional e intervalles, la conversión de la acción comunal y recíproca en fuerza productiva. Todo ello con un desarrollo exclusivamente privado y mercantil se vería en cuestión y son posibles serias las objeciones sobre la rentabilidad y éxito de una explotación económica sin esos factores, tanto desde el punto de vista ecológico como económico.
b) Son muy frecuentes en el medio comunal los conflictos por tierras tanto al interior como entre comunidades, mas aún cuando se han desarrollado los procesos de privatización informal de tierras a que hemos hecho referencia. Hay que decir que son las comunidades mismas, mas aún si se les confiere y amplia sus atribuciones políticas, asumiendo labores de municipio o reconociéndoles capacidad jurisdiccional, y como instituciones mas directamente ligadas a los eventuales conflictos sin ningún tipo de intermediación las que están en mejores condiciones de ofrecer mayor seguridad de la posesión individual de las tierras probablemente con mayor eficiencia y seguramente a menos costo que la protección estatal. Protección jurídica estatal que, por otro lado ya en las zonas urbanas es particularmente lenta y onerosa.
c) La propiedad rural andina es diversificada, dispersa y altamente fragmentada. Por ello mismo diversos estudiosos han considerado que la titulación predial agraria de tierras comunales constituye una salida directa menos costosa y mas eficiente que la implementación a corto plazo de un catastro rural individualizado .
d) el régimen comunal de propiedad y tenencia (que coexiste con la tenencia familiar e individual) contiene procedimientos y reglas productivas y tecnológicas que constituyen adaptaciones eficientes a las condiciones ecológicas y económicas que rodean el medio campesino andino serrano: uso vertical múltiple de pisos ecológicos, manejo de pluralidad de ciclos productivos paralelos, utilización de redes de cooperación ampliada en el manejo de la mano de obra y coexistencia de relaciones de reciprocidad y competencia.
En ese marco, si bien es posible afirmar la mayor eficiencia de la propiedad comunal en el contexto andino, también hay que señalar, dado el contexto en donde el nuevo factor contemporáneo articulador preponderante parece ser el mercado, que los procesos privatizadores -al interior y complementariamente al régimen comunal y no en su desmedro- no son ajenos a la historia andina contemporánea, mas aún son parte de las espectativas de los propios comuneros en sus esfuerzos de adaptación a las imposiciones del mercado.
Por ello nos inclinamos a pensar que si bien resulta posible y bastante coherente afirmar legalmente la autonomía de los campesinos para disponer de sus propios recursos y tierras -superando un régimen de proteccionismo absoluto- es imprescindible precisar que ello no debe ir en desmedro de los propios productores agrarios. Ello supone que se disponga la limitación de las transacciones de tierras a sólo del interior del propio régimen comunal, asegurando la utilización agropecuaria de la tierra e impidiendo la apropiación de la tierra sin el requisito de trabajarla y negando la utilización especulativa de tierras y aguas.
Por cierto esto solo tiene sentido si se cuenta con medidas de contexto que signifiquen la responsabilidad del Estado en el desarrollo agrario que no puede ser concebido, como quiere el neoliberalismo, exclusivamente en base a la iniciativa privada sino, en el caso agrario, promoviendo y apoyando las prácticas y tradiciones colectivas y de interacción recíproca -que los andinos de hoy coincidentemente no las contraponen a las conductas competitivas- y que están demostrando particular eficiencia tanto en la supervivencia en tiempos de crisis como en la construcción de una vasta red de relaciones sociales, culturales y económicas que vienen configurando la nueva sociedad peruana.
Ello efectivamente pasa por la superación de los estilos del neoliberalismo a este respecto y supone la construcción de un régimen que tenga como eje articulador la coexistencia del mercado y el Estado en sus funciones de asegurar tanto el funcionamiento económico como el beneficio social y el bienestar colectivo inherente a toda sociedad organizada. En ese contexto la comunidad campesina y lo andino pueden tener mucho que aportar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario