En menos de tres décadas, los empresarios peruanos
pasaron de protegerse en el caparazón del Estado a abrirse al mundo
globalizado. A propósito de la publicación del Perú Top 10.000 2014, el
ranking de los grupos económicos más rentables del país, una crónica de
los ejecutivos más poderosos, que se han convertido en los predicadores
en el exterior de la nueva economía nacional.
Luis Felipe Gamarra
Han pasado solo 24 años pero parecen siglos. En el Perú –más que en
ningún otro país del mundo– las tres últimas décadas han representado un salto sin precedentes en la historia de la economía:
el cerrado mercado proteccionista que hubo hasta fines de los años
ochenta se convirtió de pronto en una economía hambrienta de capital
extranjero. La globalización aterrizó en el Perú con la
fuerza de un meteoro, como aquel que acabó con los dinosaurios,
marcando el fin de la saga escrita por los entonces llamados ‘12 apóstoles’ de la economía.
A partir de ese momento, aquellos conglomerados locales que no supieron
adaptarse fueron absorbidos por las grandes transnacionales
extranjeras.
Algunos pocos lograron sobrevivir, adaptando sus modelos de negocio a
un nuevo contexto, consolidando sus operaciones o migrando hacia nuevas inversiones.
Pero la gran mayoría fue absorbida por las grandes transnacionales que
llegaron de ultramar. No obstante, en este periodo de transición, nació
una generación de empresarios con una mentalidad distinta, que después de más de dos décadas se han transformado –según reportes como el Perú Top 10.000–
en los nuevos apóstoles de la economía, ejecutivos que transitan entre
Lima, Nueva York y Londres, cuyo mercado es el mundo entero.
El evangelio del capital
En CADE Ejecutivos de 1985, el presidente Alan García
clausuró el evento reclamándoles a los empresarios, "hay que apostar,
señores. No esperar. Aquí no se puede exigir más garantías que a un
banco de Miami. Hay que entregarse". En ese periodo hubo un grupo de
empresarios a los que por su cercanía con el presidente se les llamó los
‘12 apóstoles’. Cada uno, con su apellido, jugaba un rol clave en los distintos sectores de la economía,
desde minería, agricultura, construcción, industria, banca y pesca,
hasta telecomunicaciones, consumo masivo y manufactura. Se reunían en
Palacio con García, acompañado de sus ministros, para conversar sobre
cómo corregir el errado rumbo de la política económica. Una noche de
julio de 1986, tras la cita, Antonio Biondi Bernales, el empresario
encargado de ejecutar el proyecto del Tren Eléctrico, invitó a seguir la
reunión en su casa. Hasta allí se trasladaron representantes de las
familias Benavides de la Quintana (Buenaventura), Brescia (Grupo
Brescia), Romero (Grupo Romero), Lanata Piaggio (Pilsen), Wiese (Banco
Wiese), Bentín Mujica (Backus), Picasso Candamo (Agroindustria San
Jacinto), Raffo (San Cristóbal), Ferreyros (Maquinarias), Nicolini
(Nicoloni Hnos.), Olaechea-Álvarez Calderón (Banco de Lima), Piazza
Tangüis (Cosapi) y Delgado Parker (Panamericana), que en el Perú Top
1.500 (predecesor del estudio actual) figuraban en los primeros lugares
de la producción nacional. A todos ellos García les ofreció una
"política de concertación selectiva", que no era otra cosa que
mecanismos de protección al estilo del fondo de fomento para la
industria nacional –que solo benefició a unos pocos privilegiados– del
general Velasco en los años 60, a cambio de reinvertir sus utilidades en
el Perú.
Debido a la falta de norte de la política económica,
los empresarios no cumplieron con lo prometido, trasladando su fortuna
al extranjero. Por ese motivo, en julio de 1987, García anunció la
nacionalización de la banca, que era controlada por los '12 apóstoles'. A
pesar de que este intento no prosperó, la relación entre los
"apóstoles" y García se terminó. Y, al mismo tiempo, empezaron los
debates, liderados por el escritor Mario Vargas Llosa y el economista
Hernando de Soto, para abrir la economía al mundo. Pero tal era el grado
de confort de los grupos económicos que, paradójicamente, la misma
Sociedad Nacional de Industrias (SNI) fue la más férrea opositora al
cambio.
En 1993, cuando se anunció la caída de los aranceles, cuyo único
objetivo, por décadas, fue proteger la producción nacional, la SNI
publicó avisos en los periódicos, en contra del cambio de modelo.
"Siempre, en un proceso de reformas, quienes tienen una mejor
posición son los que más reclaman. El sector más recalcitrante fue el
metalmecánico y el farmacéutico que, curiosamente, ahora son dos de los
sectores que exportan más gracias al cambio de modelo", explica el
economista Roberto Abusada, otro de los artífices del cambio de modelo.
La burbuja reventó pocos años más tarde, con la llegada de Alberto Fujimori
a la presidencia, quien, bajo la dirección del empresario Carlos
Rodríguez-Pastor Mendoza y el mismo De Soto, abrió los cerrojos a la
industria extranjera, que devoró a las empresas menos preparadas y más
vulnerables a la globalización. Solo cinco familias sobrevivieron a la
inesperada hecatombe: los Benavides de la Quintana, los Brescia, los
Romero, así como los Raffo y los Wiese, que migraron a otros sectores,
como inmuebles y retail. La era de los 12 apóstoles había terminado.
Nuevos apóstoles
Como grupos económicos poseen cuatro cosas en común. A diferencia de los
conglomerados que se forjaron en los años setenta, estos se fundaron en
la década de los noventa, tras las reformas económicas que consolidarían años más tarde a la clase media,
en los que las conexiones con el poder dejaron de ser claves para el
éxito de los negocios. Por otro lado, las biografías de sus respectivos
líderes revelan que se encargaron de dirigir el negocio familiar antes
de cumplir los 40 años.
Además, no solo se trata de herederos que recibieron la posta de sus
padres, sino que les tocó asumir ese liderazgo en medio de episodios
dramáticos tanto en el ámbito empresarial como en el personal. Y,
finalmente, casi nunca hablan en público. "En el Perú han aparecido nuevos grupos, pero sobre todo empresarios con un enfoque distinto,
que miran más allá del mercado local, no solo para exportar, sino para
expandirse", afirma José Carlos Lumbreras, gerente de Desarrollo de Perú
Top Publications.
Según el Perú Top 10.000 de 2014, el primero en el ranking de grupos
económicos peruanos es el Grupo Romero, que reúne a más de 20 empresas,
con ingresos por US$ 4.525 millones.
En 2001, Dionisio Romero Paoletti, el actual líder, heredó la posta
de su padre –Dionisio Romero Seminario–, en la presidencia de las
empresas del Grupo Romero (Alicorp, Ransa, Tramarsa, Palmas del Espino,
Primax, entre otras 22). Más tarde, en 2009, tomó el timón del Grupo
Credicorp (BCP, Pacífico Seguros y Prima AFP), en los que poseen como
familia un 17% de participación, lo que los hace el socio minoritario
más importante. Credicorp, según el ranking, facturó US$ 3.190 millones.
Romero Paoletti comparte los directorios de las empresas con algunos de
sus primos, como Luis Romero Belismelis (hijo de Manuel Romero
Seminario) y Calixto Romero Guzmán (hijo de Calixto Romero Seminario). A
diferencia de su padre, Romero Paoletti posee un perfil bajo. Pero no
por eso, tal como su padre, ocupa el mismo lugar que Romero Seminario
tuvo ininterrumpidamente desde 1981, como el empresario más poderoso
del Perú, según el ranking del 2013 hecho por Ipsos Apoyo.
El segundo grupo según Perú Top 10.000 es el Grupo Breca, como se le
llama al holding que fundó Fortunato Brescia Tassano a principios del
siglo XX, que se consolidó con sus hijos, Mario y Pedro Brescia
Cafferata, que a la fecha está liderado por Fortunato, Mario y Pedro
Brescia Moreyra –hijos de Mario–, al lado de Alex Fort Brescia –hijo de
Rosa Brescia Cafferata–. Con más de 50 empresas, entre las que destacan
Rímac, Minsur, Nitratos del Pacífico, TASA, Clínica Internacional, entre
otras, el Grupo Breca posee ingresos por US$ 3.914 millones. A esta
cifra podría sumarse sus ingresos como socios del BBVA Banco
Continental, del orden de los US$ 2.034 millones, en el que los Brescia
son propietarios del 50% de las acciones. Le sigue el Grupo
Buenaventura, encabezado a la fecha por los hermanos Roque y Raúl
Benavides Ganoza, hijos de Alberto Benavides de la Quintana. Con
alrededor de 19 empresas, y socios en proyectos como Yanacocha, La
Zanja, Conga y Cerro Verde, Buenaventura facturó el 2012 US$ 3.191
millones. En cuarto lugar se ubican los hermanos Vito Modesto y Jorge
Columbo Rodríguez Rodríguez, fundadores del Grupo Gloria, con
inversiones en sectores como cemento, lácteos, azúcar, entre otros.
Jóvenes apóstoles
Existen empresas que se han consolidado en la última década como las
primeras en sus respectivos rubros, como Graña y Montero (US$ 874.523),
encabezada por José Graña, San Fernando (US$ 882.637), de la familia
Ikeda, Corporación R. Lindley (US$ 780.562), donde Johnny Lindley Suárez
tomó la posta de su padre, Grupo Sandoval (US$ 295.638), de Oswaldo
Sandoval.
Todas ellas, empresas con más de 30 años de vida, serán las
encargadas de escribir el próximo capítulo en la historia de la
actividad empresarial del país. "Gracias a la estabilidad económica del
Perú existen más posibilidades de financiarte y vender en otros países.
Eso permite acelerar el crecimiento de la empresa, así como sus
posibilidades de expansión en el extranjero", dice Lumbreras. ¿Qué los
diferenciará de los '12 apóstoles'? En la mayoría de los casos, ninguno
tuvo que llamar a Palacio de Gobierno para abrirse paso en el mercado
hasta llegar a este ranking.
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